"Tú, que eres Dios, vas dejando tu voz
en el agua cristalina y en el silencio me hablas.
Yo te quiero como quiero a un padre y a un amigo, y te hablo así, con palabras espontáneas.
Te hablo de mi mundo, mis pasos, mis cosas, las buenas y las menos buenas... y decirte lo que voy pensando a cada momento.
Tú me comprendes y a veces me sonríes dulcemente.
¡ Y es que sabes de mis debilidades, errores y me das siempre tu perdón de amigo!"
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