Nos reconciliamos con nosotros
mismos, y volvemos al Padre.
Cerramos de nuevo una semana,
pero nos encontramos hoy con la parábola del hijo prodigo.
Sus palabras de nuevo se pueden
aplicar en el día a día de nuestras vidas, cuantas veces volvemos al Padre con
la cabeza baja, y el nos recibe con los brazos abiertos.
Y es que El nos ama como somos, a cada uno/a.
“DIOS MÍO, ¿TU ME AMAS COMO SOY...?”
Teniendo en cuenta
mis fracasos y caídas, a pesar de mis errores y pecados,
con mis frustraciones y mis aciertos, con
mi pobreza y mi riqueza.
Con mis defectos y mis cualidades, también
con mis virtudes y mis limitaciones.
Con mi tristeza y
mi alegría, con mi inseguridad y mi firmeza.
Cuando vengo sonriente y feliz, más
aun cuando vengo perdido y desorientado.
Cuando me siento
cerca de ti y cuando ando por mis caminos, alejado de ti...
Cuando me siento yo
inaguantable, cuando yo me pongo “pegas” y me rechazo.
Cuando los demás no me aceptan, cuando
siento la indiferencia o el rechazo de los demás.
También me AMAS...
Tal y como me siento, aquí y ahora, como me
vivo en este instante presente...
y tú sabes que te amo y quisiera amarte siempre y en todo.....
En esta semana, te proponemos,
sentarte un instante cada día y tratar de enumerar cuantas cosas del día a día
hacer con ese amor, que se nos regala cada día y que en ocasiones dejamos pasar
desapercibido.
Que no falte tu corazón en
aquello que hagas.
¡FELIZ SEMANA, PAZ Y BIEN A TOD@S!