A lo largo del día de hoy hemos seguido
acompañando a Jesús en sus momentos más difíciles, rememorando lo que
ocurría...partiendo de su soledad, la que vivía en la noche de ayer en el
huerto de los olivos, donde se veía acompañado por sus amigos, pero en esa
misma compañía experimento la más grande de las soledades.
Que momentos tan difíciles, “se le venía el mundo
encima” que podríamos expresar nosotros hoy...y sus amigos, aquellos con los
que había compartido todo se durmieron...” No aguantaron velando con él”.
Pero eso no acabo ahí, sino que a las pocas horas,
todavía se iba a poner en él una carga aun más pesada, y todo comienza cuando
uno de los suyos vino hasta él, y dándole un beso le entregaría.
Ahí da comienzo el camino hacia la cruz, hacia cumplir
lo que estaba escrito, ya que va pasando por diferentes momentos a lo largo del
Vía Crucis, la compañía de su madre María desde la distancia pero siempre
constante, las palabras a las mujeres, la carga compartida con el cirineo, las
negaciones de su amigo Pedro, el que se repartieran sus ropas a suertes, e incluso
hasta que le dieran de beber ya postrado en el madrero de la CRUZ.
Todo esto ha ocurrido en el día de hoy, Jesús es
crucificado y muere. Pero siempre con la certeza de cumplir la voluntad de
padre, sus palabras antes de morir “Todo está cumplido”
Hoy nos detenemos a meditar, pensar en algo
importante: ¿Jesús murió por mí?
Pero su muerte no queda en eso sino que nos tiene que
servir para ver y reconocer que no estamos solos en nuestros sufrimientos y
dolores sino que gracias a ÉL que muere por AMOR y su entrega es incondicional
siempre tendremos el mejor de los consuelos y la acogida para hacer de nuestras
cargas algo más ligeras.
¿Que sepamos reconocernos en la cruz? ¿Cuales son las
cruces en tu vida?
¿Cargas con tu cruz o la de otros?
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