En ocasiones paseando por la vida, estamos alerta, no dejando de abrir los ojos ante aquello que se nos presenta…
Pero mientras duerme el alma, esperando tu llegada en medio de la vida, cuando los días atardecen… y tú te paras un instante a mirarte por dentro.
Entras sin ruidos a tu casa, esa que pocos conocen verdaderamente, pero que para alguno, ese que esta cuando ni siquiera le dejamos un lugar, para aquel que también es su casa, allí donde deshaces tus nudos mas escondidos, esos que marcan lo que eres, dejas que Él tenga un lugar.
Tú le das un lugar, a ese que puede mirarte y conocerte verdaderamente.
A aquel que sin medida, pone en ti lo mejor de sí y te hace continuos regalos, para que des vida, y también aquellos que te rodean puedan verle y conocerle, desde tu propia experiencia cotidiana, la herramienta más bella de la que dispone, cada persona, dador de vida, esa que se nos regalada desde la libertad, para hacer del mundo que nos rodea algo más humano y justo para todos/as.
Por ello te invitamos a que camines por tu vida y te dejes tocar, dejando aquello que te carga y persigue en el día a día, que por un lado forman parte de ti, y por otro impiden que te des sin medida a aquellos que te rodean.
Y te animes a cambiar tu paseo por la vida, y sea algo que deje huella en ti y en cuantos te rodean...
Vale la pena intentarlo, no te rindes...
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